La paradoja del votante

¿mediatizado?

Tras la ruptura total de relaciones entre PP y P$O€ (si es que alguna vez hubo cordialidad) y en medio de lo que unos llaman “negociación con terroristas” y otros “proceso de paz”, no sería nada descabellado pensar en un adelanto de las elecciones generales. No olvidemos que el P$O€ gobierna gracias a una mayoría simple y que la oposición cuenta con un respaldo de diez millones de votos. Por tanto, si la situación es de escaso consenso y se piensan acometer acciones de gran importancia y trascendencia, parece más coherente hacerlo con un gobierno más sólido o, cuando menos, recientemente ratificado.

Ahora yo me pregunto: ¿qué ocurriría si se celebran elecciones el mes que viene?. Parece claro que más que unas elecciones para decidir quién nos gobernará en los próximos cuatro años estaríamos más bien ante el referéndum sobre la negociación con ETA. De igual manera, si las elecciones generales se hubieran celebrado hace tres meses, nos habríamos encontrado con un referéndum sobre el dichos estatut.

La conclusión es que de poco o nada sirven los programas electorales o el diseño de políticas económicas eficaces. No existe un agradecimiento del votante a una gestión brillante del gobierno sino el voto de castigo por haber fallado en algo puntual. Valoramos más una cosa mala que cien buenas.

Lo que cuenta a la hora de la verdad es ese hecho valorado por todos como el más relevante del momento, quizá inducidos por la prensa, quién sabe. Sin embargo, la gente quiere un trabajo estable, una vivienda digna, un sueldo razonable y, por supuesto, pagar pocos impuestos. Luego llegan los comicios y nos vamos por los cerros de Úbeda, todos como borregos a votar al que propone que nos llevemos la tropas de Iraq o al que va a impedir que los vascos sean independientes. ¿Tiene esto algún sentido?