07 noviembre 2005

Arde París

... y lo que nos queda por ver

Según algunos médicos "el vino es bueno para el corazón". En más de una ocasión hemos leído este titular en la prensa, si bien es cierto que el cuerpo de la noticia aclara que es saludable tomar una copita con la comida, es decir, en pequeñas dosis. Sin embargo el protagonismo siempre lo acapara el titular,abierto a todo tipo de interpretación, que incluso es aprovechado por los borrachines de turno para justificar su adicción e incluso para incrementar su ingesta diaria.

Algo parecido les ha podido ocurrir a los gobiernos que ha tenido España con el tema de la inmigración. El titular "la inmigración es buena para España" es lo que vende (¡qué majos y qué progresistas somos!) y jamás oiremos a ningún político decir en campaña electoral, sin ambages, "no a la inmigración" sino todo lo contrario (aunque a Le Penn no le fue tan mal diciendo la frase prohibida y ahora más de un francés se replanteará el tema). Vamos, que hay políticos en este país que si fueran médicos llegarían a decir "las borracheras son buenas para el hígado".

Uno ve, lee y oye lo que está sucediendo en París y no puede evitar pensar en lo que podría pasar en España. Que la inmigración es un fenómeno positivo para nuestra economía es algo ya de por sí bastante discutible. En el debate se plantean dilemas políticos, económicos y, sobre todo, éticos que hacen difícil pronunciarse en uno u otro sentido. Pero una cosa es hablar de inmigración y otra cosa es hablar de la entrada masiva y descontrolada de personas en un país. Hay que saber distinguir conceptos y, ante todo, reconocer que lo segundo (la entrada masiva, descontrolada y, en nuestro caso, incentivada) tiene efectos nefastos desde el principio y los tendrá peores a largo plazo, más aún si falla el sistema productivo y no hay empleo ni siquiera para la mano de obra barata... más aún si el país en cuestión tiene un sistema de Seguridad Social que se tambalea desde hace tiempo...

El mal menor, de hecho, será que acontezcan sucesos como los de Francia, esto es, que quienes llegaron aquí pensando que esto era un paraíso se revuelvan al ver frustradas sus aspiraciones y quemen unos cuantos coches. Nada comparado con las cosas que nos quedan por ver. Tiempo al tiempo.


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