Dicotomía Laboral

Trabajadores de 1ª y 2ª

La dicotomía laboral es un proceso que se da en España desde que, bajo el gobierno de Felipe González, comenzaran a funcionar las empresas de trabajo temporal y a proliferar las subcontratas, empresas de servicios, telemarketing y demás miserias. Hablar de dicotomía laboral es hablar de trabajadores de primera y trabajadores de segunda.

Los trabajadores de primera son una especie en peligro de extinción. Serían los que, ante todo, tienen garantizado su puesto de trabajo. Su continuidad en la empresa no depende de su productividad porque echarles o es caro (trabajadores de empresas privadas) o imposible (funcionarios). En muchos casos estamos hablando de trabajadores con altos niveles de renta y complementos salariales especiales (planes de pensiones aportados por la empresa, vehículo de empresa, cheques restaurante, seguros médicos, seguros de vida, etc.). Además de todo, cuentan con un fuerte respaldo de los sindicatos habida cuenta de que son muy buenos clientes…

Los trabajadores de segunda son los que padecen la presión de los contratos basura. Se caracterizan por tener una escasa antigüedad en la empresa (o no reconocida) y unos sueldos bastante escuálidos en la modalidad de “todo incluido” (la nómina del mes incluye pagas, vacaciones, horas extra… y el contrato incluye que si te tienes que bajar los pantalones te los bajas o te vas a la calle). Es lógico que para los sindicatos éstos sean peores clientes que los otros y, por tanto, el apoyo es menor. Son pieza clave de la llamada “flexibilización del mercado laboral” y, por tanto, hay que entender que son el motor de la economía, los que hacen que todo funcione.

En esta triste realidad España está en los puestos de cabeza a nivel europeo. Según la tendencia que marca el cutrempleo en este país, dentro de 20 años sólo quedarían los funcionarios como trabajadores de primera y esto no quiere decir que el Estado prescinda de los llamados “trabajadores de segunda” porque lo hace cada vez más a través de subcontratas.

Menos mal que a la vuelta de las vacaciones el gobierno va a emprender una reforma laboral. Usando la lógica como el partido que manda es socialista y es obrero, no debemos tener ninguna duda de que el problema desaparecerá. Las claves, el talante y el diálogo, claro.